Diagnóstico
¿Cómo se puede diagnosticar la Acromegalia?
La acromegalia por lo general se diagnostica entre 10 y 15 años después del inicio de los síntomas, debido a que éstos se presentan de una forma lenta y progresiva.
El retraso en el diagnóstico de la acromegalia puede ocasionar complicaciones «graves» en los pacientes. En ocasiones, los síntomas se identifican con cambios normales en el envejecimiento, favoreciendo así su infradiagnóstico.
Para llegar al diagnóstico es imprescindible una historia clínica exhaustiva y una exploración física, así como analítica consistente en niveles de factor de crecimiento tipo insulina-I (IGF-I) o somatomedina C y niveles de hormona de crecimiento basal.
Tras la confirmación analítica de exceso de hormona de crecimiento (GH), debe realizarse una resonancia magnética del área hipotálamo-hipofisaria a fin de confirmar el origen del exceso de GH.
En el caso de padecerla, la GH y la IGF-1 tendrían valores anormales (superiores a los que corresponden por rangos de edad) y en la resonancia se visualizaría el adenoma, que es la causa del desorden hormonal.
Para confirmarla, tras las pruebas anteriores, también suele hacerse una prueba de tolerancia oral a la glucosa.
La producción excesiva de hormona del crecimiento en niños se llama gigantismo, un trastorno muy poco común.